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De cuando fui Miss Trapichito
Posted by Emilis González Ordoñez
on
5:42
En días pasados tuve un punto de quiebre al tomarme una foto con uno
de mis sobrinos más pequeños, con Arturo. Vi la foto y dije: que
vaaaa, la gordura no me deja vivir. No puedo seguir así. E hice lo
impensable, lo increíble, me inscribí en el gimnasio. Si, lo sé, soy
la decepción más grande de Simone de Bouvier. Me inscribí en el gym.
Porque en mi época decíamos: voy al gym; y una era nice. Pero no
ahora, ahora se es fitness. Estoy full fitness. No podría mimetizarme
con los chamos porque hasta la forma de hablar, los modismos nos
diferencian.
Y entrar en un gimnasio es como entrar en otra dimensión. La cosa es
dura. Ahí la gente no va a jugar carrito. Llego al gym, a clases de
bailoterapia porque en mis condiciones físicas (que son iguales a - 0)
es lo que puedo hacer. Inicia la clase. El instructor se menea como
nunca he podido hacerlo, grita ¡vamos denle! Y pienso: si me meneara
así nunca me hubiesen montado cacho. Jamás hubiese sabido qué es eso
de divorcio. Y lo veo moverse y las veo moverse y me da vergüenza y me
paralizo. Se me acerca una niña y me dice. Dele profe, dele. (De donde
menos uno espera sale un estudiante que nos conoce y nos descubre un
nuestra fase más vergonzosa) Dele, No le de pena o no rebaja. Dele
que, a menos que esté ultramami, no la verán moverse. Piense que si no
se mueve no le dan banda y Ud. quiere es ser Miss. (Ella parte del
hecho que todas las mujeres en Venezuela quieren ser miss. Y si estoy
en un gimnasio no puedo ser muy diferente al resto de mis congéneres)
¿Miss qué quiere ser usted? Pienso y digo: Será miss Trapichito que es
pa donde más voy. Bueno, muévase, muévase pa que le den su banda.
Me llené de valor, pienso, vine fue a rebajar, olvidé la vergüenza y
me moví, con mi mejor garbo y charm y glamour, pero al bailar y mirar
de frente, sólo veía una señora gorda, con una barriga amorfa, que se
movía torpemente y fuera de todo ritmo y pa colmo la gorda esa me
tapaba la vista… osea, no me podía ver en el espejo porque la gorda
estorbaba, pero me parece conocida la vieja gorda, me acerco bailando,
me acerco, me acerco al espejo…… ¡soy la gorda sorda en el espejo!
(los espejos de esos lugares suelen ser crueles) soy la señora amorfa
del espejo, pero ya no quiero serlo, así que me muevo y sudo y cuando
el instructor grita: ¿Todo por quééééé? Yo grito, a todo pulmón, con
mis compañeras: por la corona. Y ya me siento más cerca de ser Miss
Trapichito. Y Lydda Franco Farías me deshereda y Simón de Bouvier
comprende que ya me venció el mercado y ni la sagrada teoría feminista
logrará salvarme.
de mis sobrinos más pequeños, con Arturo. Vi la foto y dije: que
vaaaa, la gordura no me deja vivir. No puedo seguir así. E hice lo
impensable, lo increíble, me inscribí en el gimnasio. Si, lo sé, soy
la decepción más grande de Simone de Bouvier. Me inscribí en el gym.
Porque en mi época decíamos: voy al gym; y una era nice. Pero no
ahora, ahora se es fitness. Estoy full fitness. No podría mimetizarme
con los chamos porque hasta la forma de hablar, los modismos nos
diferencian.
Y entrar en un gimnasio es como entrar en otra dimensión. La cosa es
dura. Ahí la gente no va a jugar carrito. Llego al gym, a clases de
bailoterapia porque en mis condiciones físicas (que son iguales a - 0)
es lo que puedo hacer. Inicia la clase. El instructor se menea como
nunca he podido hacerlo, grita ¡vamos denle! Y pienso: si me meneara
así nunca me hubiesen montado cacho. Jamás hubiese sabido qué es eso
de divorcio. Y lo veo moverse y las veo moverse y me da vergüenza y me
paralizo. Se me acerca una niña y me dice. Dele profe, dele. (De donde
menos uno espera sale un estudiante que nos conoce y nos descubre un
nuestra fase más vergonzosa) Dele, No le de pena o no rebaja. Dele
que, a menos que esté ultramami, no la verán moverse. Piense que si no
se mueve no le dan banda y Ud. quiere es ser Miss. (Ella parte del
hecho que todas las mujeres en Venezuela quieren ser miss. Y si estoy
en un gimnasio no puedo ser muy diferente al resto de mis congéneres)
¿Miss qué quiere ser usted? Pienso y digo: Será miss Trapichito que es
pa donde más voy. Bueno, muévase, muévase pa que le den su banda.
Me llené de valor, pienso, vine fue a rebajar, olvidé la vergüenza y
me moví, con mi mejor garbo y charm y glamour, pero al bailar y mirar
de frente, sólo veía una señora gorda, con una barriga amorfa, que se
movía torpemente y fuera de todo ritmo y pa colmo la gorda esa me
tapaba la vista… osea, no me podía ver en el espejo porque la gorda
estorbaba, pero me parece conocida la vieja gorda, me acerco bailando,
me acerco, me acerco al espejo…… ¡soy la gorda sorda en el espejo!
(los espejos de esos lugares suelen ser crueles) soy la señora amorfa
del espejo, pero ya no quiero serlo, así que me muevo y sudo y cuando
el instructor grita: ¿Todo por quééééé? Yo grito, a todo pulmón, con
mis compañeras: por la corona. Y ya me siento más cerca de ser Miss
Trapichito. Y Lydda Franco Farías me deshereda y Simón de Bouvier
comprende que ya me venció el mercado y ni la sagrada teoría feminista
logrará salvarme.
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