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LA esperanza.

Posted by Emilis González Ordoñez on 9:56

                Pertenezco al club de las utópicas que cree que todo es mitad y mitad. No comulgo con esa idea de nuestras abuelas según la cual si nacía un varón nacía una esperanza. No me pregunten una esperanza de qué, eso no lo sé, pero así decían: "¿Qué tuvo fulana? Una esperanza". Y todo el mundo sabía que en esa casa habían tenido la suerte, la fortuna de tener un hijo varón. Las mujeres, no representábamos sino un escollo que podría salvarse si a la muchacha se la casaba bien, con un hombre bueno. Y al casarse con un hombre bueno ella tendría sus hijos (ojala que una esperanza de primero)  y cuidaría de su hogar. Pero eso se supone que es pasado superado. Las mujeres vamos a la escuela, estudiamos en las universidades, trabajamos y nos mantenemos.

 

         Hasta acá todas las damas, y buena parte de los caballeros, que leen este artículo estarán de acuerdo conmigo. El mundo ahora es cada vez más igualitario, más justo, pero nosotras seguimos empeñadas en conseguir nuestra esperanza para ser felices.

 

         Creo que mis amigas, y algunos amigos liberales, me dejarán de hablar por lo que voy a decir, pero bueno, soy conocida por decir siempre la verdad. Ahí va: Las mujeres en este país tenemos que decidir entre tener pareja o no tenerla y consecuencia actuar. ¿Cómo es eso? Fácil.

 

·        Ud. quiere casarse y cree que podrá compartir todos los quehaceres domésticos mitad y mitad con su esposo. Déjeme decirle que está equivocada o se pone a barrer, limpiar, cocinar y lavar pa que el señor no se sienta descuidado o su unión terminará en divorcio.

·        Ud. piensa que al tener hijos todos, absolutamente todos los cuidados al infante serán compartidos, hoy te toca a ti y mañana a mí. ¡Ja! Bájese de esa nube, los hijos los cuida ud., pa eso los parió.

·        Sueña que una vez que se casen ambos permanecerán en el hogar jugando a la familia feliz. Lamento informarle que según un dicho popular venezolano: "la casada es ud., él puede seguir haciendo su vida de soltero". No digo más.

·        Si pensó que al casarse él olvidaría colocarle una hermosa corona hecha a base de cornamenta y se convertiría en un santo varón. Deben llevarla directo al cielo porque su inocencia es absoluta.

 

Si desea tener pareja hágase la loca y calase todo y si no lo piensa hacer olvide la pareja y no ande quejándose por la calle con el cuento de que todos los hombres son iguales. Si, son iguales o lo acepta y se los cala o sigue soñando con un mundo de igualdad, pero sola. 


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Pero debajo del agua.

Posted by Emilis González Ordoñez on 9:53

           En algún momento de nuestras vidas, todos los seres humanos hemos hecho preguntas impertinentes. Algunas veces sin querer y otras con plena intención de incomodar. Y lo digo por experiencia propia, antes tenía la costumbre de preguntarle a mis amigos recién casados qué tal les iba o qué tal les parecía la vida de casados. Confieso que no lo hacía por mal. Lo hacía porque es un cambio en la vida, como mudarse a vivir solo, ir a estudiar a otra ciudad o divorciarse. Es un cambio y suponía que la gente querría hablar maravillas del asunto, pero estaba equivocada.

 

         Mis amigos siempre me dieron respuestas más o menos iguales. A decir verdad todas me incomodaron. Si me hubiesen dicho, por ejemplo: ¿Y a ti qué te importa? ¿Tu acaso eres terapeuta familiar y nos vas a dar consulta gratis si tenemos problemas? ¿Ah, ah, ah?; no me hubiese ofendido. Tendrían razón. ¿Quién me manda a andar preguntando intimidades?

 

Algunos dirán, pero es que preguntabas porque como tú estás sola te incomoda la felicidad ajena. La verdad, es que no me molesta que mis amigos se casen. Me alegro por ellos. Deseo que su matrimonio sea perfecto y maravilloso. Sé que muchas veces lo es, lo que no entiendo es esa necesidad de gritar a los cuatro vientos que les va horrible. Será que creen que nadie se alegrará por su dicha y su felicidad. No creo que el mundo sea tan mezquino o el matrimonio tan malo. Y si es así de terrible, ¿no sabrán de una solución que se llama divorcio?

     

Decía que las respuestas que mis amigos me ofrecían siempre me incomodaron. Las respuestas que recibía siempre me maltrataban, me molestaban y hasta me ofendían. Decían cosas como:

 

·        Eeeesto es horrible, no se lo recomiendo a nadie. Y yo pensaba: y el divorcio no cuesta tanto, déjense y resuelvan el asunto.

·        Si me han dicho que esto es así no me caso. Esto es como una condena a muerte… respiraba profundamente mientras pensaba, pues péguese el mecate y no ande diciendo tonterías.

·        A todo el mundo le digo, que no se case. Esto es una condena horrible. Ya pronto será mi exesposa(o) porque esto no lo aguanta nadie. Siempre me pregunté ¿y sería que los obligaron?

·        No aguanto a ese(a) cuaimo(a). ahora tengo que quedarme en la casa con él(ella). No puedo salir. Tengo casa por cárcel. Siempre pensé, ya va, pero es que no sabía que ahora compartiría casa y vida con el otro ser. ¿Será que lo(la) engañaron?

·        La verdad, la verdad, estos 6 meses han sido como seis minutos, pero debajo del agua. Y yo pensaba y no ahogarte antes de decir semejante tontería. No debe ser muy profundo el pozo.

 

 

          


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¡TRIJELOU!

Posted by Emilis González Ordoñez on 9:50

          No soy experta en lingüística, pero creo que una lengua puede considerársele viva siempre y cuando exista un grupo de gente que la utilice y la transmita a sus descendientes. Estos descendientes la utilizarán y harán que evolucione y a su vez se la transmitirán a sus descendientes en un interminable juego. Eso es lo que creo, no sé si es así, y lo aclaro no sea que mañana decidan crucificarme los más estudiosos de la lengua.

 

         Hace un tiempo un amigo del extranjero, no hispanohablante, me señalaba que nuestra lengua era sumamente difícil, pues poseemos 3 o 4 palabras (como mínimo) para designar a un solo objeto o concepto. Yo intentaba explicarle que esa era, según mi criterio, la riqueza de nuestra lengua, el poder decir: bello, lindo, hermoso y decir lo mismo y sin embargo decir algo diferente.

 

         Pero últimamente he percatado que todas las palabras de nuestro idioma no son suficientes para los hispanohablantes y por tanto deben acudir a vocablos extranjeros, los cuales, bien dicho sea de paso, no siempre son bien pronunciados.

 

         Esta "moda" es verdaderamente democrática, pues no tiene distingos sociales, económicos, generacionales ni políticos. La verdad no la entiendo, pero está extendidísima, es utilizadísima y los mortales que no la practicamos somos vistos como especímenes raros provenientes de una lejana galaxia.

 

         Y es que no entiendo el porqué si Géminis o perla son palabras que existen en español debo decir que el teléfono es yemenai (Gemeni) o perl (pearl) imagino que si no lo digo así el aparato no funciona igual. Si en español uno puede decir perdedor, tonto, pobre pistola y demás por qué se empeñan en decir que "fulano es luser (looser)"; ¿será que así en gringo mal pronunciado el pobre ser se siente más miserable? No sé, me lo pregunto. Así como me pregunto será que diciendo "jeloooouuu (Hello)" el buenos días, hola, cómo estás es más agradable y placentero. ¿Y el fulano "guerever (Whatever)" es mejor y explica más que un "ok, cómo tú digas", que se pueda decir en español? Muchos me dirán, pero es por economía, tu dices 4 palabras y ellos sólo mal pronuncian una, pero y es que el "guacht (What)" es más corto que el ¿qué? nuestro.  Yo he cometido muchos errores en mi vida, y todos están asociados a mi necesidad de decir y preguntar. Tuve la osadía de plantarle a algunas personas todo lo anterior y sólo recibí por respuesta: Mija tú estás aut. Todo avanza. Trijelou de los guerever al cubo contigo, oseeeeaaa… Y decidí que No pregunto más.    


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Ignorancia cibernética.

Posted by Emilis González Ordoñez on 9:49

        Modestia aparte considero que domino el mundo de la cibernética. Nada a profundidad, pero me defiendo. Se transcribir un texto, realizar una presentación en power point que quede al menos decente; puedo manejar dignamente una hoja de Excel; y hasta insertar una imagen en cualquier documento; puedo enviar sin ningún problema un mail con archivo adjunto; soy adicta al celular y a todas sus funciones, tengo pen driver y mp3; sé lo que es el mundo del Facebook y el Twitter; y hasta me manejo bien con los software libre.

                       

         Y si me obligan administro bien un aula virtual para enseñanza a través de Internet. Sé investigar, bajar libros, mirar películas y demás. Aclaro que no soy una experta, porque no estudié esa especialidad, pero me defiendo. Lo que quiero decir es que no muero atropellada en la superautopista de la información; que sacaría al menos 10 en cualquier examen.

 

         Peeroooo, reconozco que hay una porción de ese mundo que me parecía lejana, intrigante y seductora. El mundo de los juegos en Internet. He presenciado como mis amigos, familiares y compañeros de trabajo se hacen adictos a este tipo de juegos. Ello me ha intrigado, llamando poderosamente mi atención. Y, como soy una mujer de mi época (es decir, de esta que ahora vivimos), decidí que probaría suerte en este campo.

 

         Decidí adentrarme en el mundo de los juegos por computadora. Y como si de un ritual mágico-religioso se tratase me senté frente al computador para dominar la máquina con mi intelecto que creí, oh ilusa, superior. Pero mi orgullo y mi prepotencia fueron maltratados. No entendí pero nada. Perdí miserablemente. Me amargué durante media hora mientras perdía con un juego que me recomendaron por ser el más fácil.    

 

         Cuando estaba a punto de claudicar para dedicarme a cosas menos lúdicas, uno de mis sobrinos me preguntó: ¿Tía qué haces? ¿Quieres jugar? ¡Yo te enseño! Con una paciencia infinita me explicó todo lo que tenía que hacer, aunque sus indicaciones se limitaron a: le das así, y así, y así y así. Y en miserables cinco minutos el condenao ganó y se fue, se alejó dejándome absoluta y completamente humillada. Porque mi amable y bello sobrino, que tiene sólo 4 años, para explicarme "el jueguito" se sentó en mis piernas. Sólo alcancé a pensar: ¡Fin de mundo, me alcanzó la tecnología! No soy NADIE.   

 


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Decidido. ¡Me compro un GPS!

Posted by Emilis González Ordoñez on 9:47

         Pedir referencias acerca de una dirección entraña peligro, puesto que uno se expone a ser victima del hampa. O ser blanco de algún gracioso que lo envíe en la dirección contraria de a donde se dirige. O, peor aún, a que le den indicaciones para llegar. Esto último es, a mi modo de ver, el verdadero peligro.

 

         La semana pasada, y dicho en buen criollo: me eché la perdía del siglo. Como todo ser humano, decidí preguntar y ahí comenzó mi odisea. Primero reflexioné: ¿A quién le pregunto? Porque tiene que ser a alguien que parezca amable, buena gente y de la localidad. Lo cual es difícil de precisar con una sola mirada. No puede ser a un transeúnte porque puede que diga: No sé,  no soy de aquí. En fin, que luego de unos minutos de mirar bien, decidí preguntar: Sr. ¿Hacia dónde queda la calle tal con tal? El Sr. que, en short y franelilla, está barriendo el frente de una casa. Me mira y amablemente responde: Mija, no soy de aquí. Estoy de visita.- Pienso, de todos los Sres. de la calle le pregunto precisamente al que, en un gesto de amabilidad, barre el frente de la casa que visita. Bendito Dios.

 

         Como necesito dar con la dirección vuelvo a intentar, pero ahora con una Sra. quien me indica: Siga derecho 2 cuadras, en la esquina de la segunda hay una casa con un Porche grande y una señora sentada en una mecedora. Se llama Chencha. Pregúntele que ella sí sabe.- Se desvanecieron mis esperanzas, esta Sra. me da la dirección de otra que sí sabe. Fin de mundo.

 

         Decido que no visitaré a la Sra. Chencha. Intento con un buhonero. El muchacho es amable y me indica: eso es muy fácil. Siga derecho, derecho, luego cruza pa´rriba. Sigue 2 cuadras y luego vuelve a cruzar, pero pa´bajo. Intento grabarme las indicaciones mientras pienso: ¡Ay papá! ¿y pa´bajo y pa´rriba serán izquierda y derecha o al revés? Ahora le pregunto a un grupo en una esquina.  Conferencian, discuten: no chico eso queda cerca de esto. No vale es como llegando aquello. Al final no saben na.

         Sigo perdida, pregunto nuevamente y esta vez me dicen: Ud. siga 2 cuadras, cruce a la izquierda. Inmediatamente verá una casa amarilla con un portón azul, al lado hay una casa de 2 pisos, bueno ahí no es; siga más adelante donde se encontrará una casa con un perro amarraó a una mata de mamón, ahí cruza a la izquierda y por ahí le pregunta a alguien que le termine de indicar. Lo único que atino a pensar es: ¿Cómo es que se llegaba a que la Sra. Chencha? Pedir direcciones es una desgracia. Mejor me compro un GPS.  

 

                   

 


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Arroz, pero con todo.

Posted by Emilis González Ordoñez on 4:53

      Este fin de semana asistí a un matrimonio, como boté mi celular no me quedó más remedio que hablar con mis compañeros de mesa, me dediqué a socializar. La conversación fue la típica: ¡Qué bella la novia! ¡Divina la comida! Maravillosa la música. Qué vestido taaaan horrible el de esa Señora. ¿Será que no tiene familia ni espejos en su casa que sale así? Cuando estaba a punto de salir corriendo alguien mencionó el hecho de que había algunos "arroceros".  Eso cautivó mi atención. En Venezuela se dice que la fiesta estuvo mala si no sirvieron tequeño. Yo creo que una fiesta, para ser fiesta, debe tener su arrocero.

 

         Ahora bien, ser arrocero es un arte. No cualquiera puede calificarse a sí mismo de arrocero. Primero, el (la) arrocero(a) es un individuo muy bien vestido, arrocero que se precie nunca va mal trajeado. Con su apariencia elegante y con una seriedad absoluta pasará frente al portero del local, saludará cortésmente y sin pizca de nervios penetrará en la fiesta como si fuese el(la) dueño.

 

         Una vez dentro, el (la) arrocero(a) procederá a ubicarse en una buena mesa que esté cerca tanto de la mesa de quesos como del puesto de mesoneros para asegurarse estar siempre provistos de todo. Amablemente cederá algunas sillas a aquellas personas que lleguen tarde. Hay que hacer la acotación que el (la) arrocero(a) es, por regla general, un ser gregario, es decir que está acompañado por una o dos personas.

 

         Un buen arrocero es un ser extrovertido, nada tímido, conversa con todo el mundo, cuenta chistes y es de lo más simpático. Será quien sirva el whisky y estará pendiente que no falte nada en la mesa. Un buen arrocero bailará con buena parte de los invitados. Si es hombre le echará los perros (con éxito) a la más bella de la fiesta y si es mujer bailará con los hombres más simpáticos del lugar. Saldrá en todas las fotos abrazado(a) a: los novios, la quinceañera, el(la) cumpleañero(a), los padres del niño bautizado o primo-comulgante, según sea el motivo de la fiesta. Y será inmortalizado(a) en los álbumes de mucha gente o al menos en el Facebook; aunque, claro está, ninguno de los organizadores logre saber, a ciencia cierta, quién era ese personaje tan extrovertido y simpático que fue el alma de la fiesta.

 

         El(la) arrocero(a), para preciarse de serlo, bailará, comerá y se tomará fotos más que cualquier invitado. Será quien reine y disfrute a plenitud. Demás está decir que será de los últimos en abandonar la recepción y lo hará abrazado con los dueños de la fiesta con quienes irá a terminar la fiesta en otro lugar y luego a comer en la calle del hambre. Si Ud. no cumple con todos estos requisitos déjeme decirle que no es un arrocero sino un pobre coleao. Porque al arroz, como a la vida, hay que entrarle, pero con todo.  


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¡Entren que caben cien!

Posted by Emilis González Ordoñez on 4:49

       Viajar en transporte público es una experiencia antropológica inolvidable. Como sé que parte de la población no lo ha hecho, y quizá se sientan sin referencias, me permito dar unos tips para que puedan disfrutarla a plenitud. Iniciemos:

 

§         La parada es el lugar donde un grupo de personas que no respetan el orden de arribo intentan, empujando y golpeando, montarse de primero en el transporte. Para ser pasajero Ud. debe perder la educación. Al subir al transporte no diga: ¡Buenos días! Mucho menos le conteste a quien por desconocimiento lo haga.

§         El clima una vez dentro descubrirá, no sé porque fenómeno, que la temperatura es apenas 1 grado menos que en el infierno. No importa el clima afuera, allí Ud. sudará como un marrano, su maquillaje y perfume se perderán en 5 segundos.

§         Los asientos son un bien costoso. Si logra sentarse es afortunado, y no importa si las rodillas le llegan a las orejas porque no cabe en el poco espacio, ni si uno de los que está parado le golpea con su bolso o cartera o le coloca el rabo en la cara o si su vecino(a) tiene 3 días que no se baña o no sabe lo que es un desodorante. No se quejeeee, va sentado.

§         El chofer siempre está mal encarado. Sospecho que hizo aquel curso de atención bipolar al cliente. Porque si es con la cuasi adolescente (que supongo es su novia) o con el colector con quien habla todo es bello, pero si es con un cliente, que es quien paga el servicio, la cosa cambia.  Dice: ¡Aquí no hay parada! ¡Se espera! Olvida que para recoger pasajeros no respetó las normas.

§         El colector está guindado de la puerta, él sabe el clima que hay adentro. Siempre dice, con un tono que quiere ser educado: mamita vamos a caminar pa tras, vamos a colabará que todos nos queremos ir. ¡Caminado que quieren entrar! Aunque ya no se pueda ni respirar de tanta gente. Él es el encargado de cobrar, pero nunca tiene vuelto, así que siempre cobra de más.

§         La música varía dependiendo del gusto del chofer, pero gira entre: vallenato, bachata, reguetón, salsa o merengue. Lo que no varía es el hecho de que es estridente, retumba en lo oídos y no le permite ni al chofer ni al colector escuchar cuando Ud. grite con todas sus fuerzas: ¡Parada!

§         La velocidad creo que hay una legislación especial para ellos porque no respetan semáforos y hablan por celular mientras corren cual piloto de Formula 1. El pasajero teme por su vida, pero a decir verdad él importa poco.

 

La experiencia es maravillosa, le di unos tips, ahora disfrute de la calle y sus encantos.


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La pepa´el queso.

Posted by Emilis González Ordoñez on 4:47

      Hace un mes una amiga me contaba que vio a su ex con otra. ¿Tú puedes creer eso? El muy muergano. Ya está con otra. ¡Olvidarme a mí chica! ¿Tu has visto? Y me decía que me amaba. Que se iba a cortar las venas si le faltaba. Que yo era lo máximo y sin mi no vivía, y apenas dos meses después lo veo con otra. Todos son iguales. Ninguno sirve.

 

         Su monologo me dejó muda. No podía creer lo que me decía. Estaba en estado de shock, pero no porque el susodicho estuviese con otra. Eso me parecía de lo más normal, sino por la angustia y molestia de la que se creía agraviada porque para mí estaba bien equivocada.

 

         Cuando al fin pude articular palabra dije: Ya va. ¿Ese fulano no te dijo todo eso porque lo dejaste? Creo recordar que él quería algo serio, quería "cosas" (casa, matrimonio, hijos) que tú no estabas dispuesta a darle. Y recuerdo que le dijiste que se fuese con su música a otra parte. Que se buscara a un ser que le quisiese dar esas cosas tan cotidianas. ¿No es el mismo?

 

         Ella respondió: Sí, el mismo. La verdad, la verdad, no me molesta que tenga otra sino que me olvide tan rápido. Olvidarme a mí chica, yo que soy la pepa´el queso.  Y dijo eso con tanta convicción que casi se lo creo.

 

         La verdad es que la entendí perfectamente porque el hecho que lo sustituyan a uno pega en el ego. Pero, respiré profundo y con mi dulzura característica le dije: querida mía, los seres humanos tenemos la necesidad de ser inolvidables. Y queremos que las personas que nos acompañan nos quieran eternamente. La verdad, eso no sucede. Alguien que decía morir por nosotros (o nosotros que decíamos morir por alguien) en menos de 2 meses ya es completamente feliz. Y luego no te entiendo, si no lo querías, te molestaban sus mensajes de texto y hasta te daba fastidio verle la cara ¿cómo es que ahora quieres que pase toda la vida llorando y detrás de ti? Bueno, sí pude salir, pero no todavía, respondió. Y justo ahí cometí, lo confieso, un gran error, pues le dije: Ya va, déjame ver si entendí. Ni contigo ni con otra. De modo que si alguien termina contigo debe echarse a morir y no pararse más nunca del despecho. Tú si eres brava. Pues mija, bájese de esa nube. Eso es bien egoísta y es un error que cometemos todos los humanos. A todo aquel que me cuenta algo así (hombre o mujer) siempre le digo: más bien alégrese porque esa criatura encontró alguien más y ya no le va a molestar. . . y digo que fue un error porque terminando de decir esas palabras me miró con un profundo desprecio y no me habló nunca más. Y después dicen que la verdad nos hará libres. 


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Tuv adlscncia, pro n cel.

Posted by Emilis González Ordoñez on 4:45

      Si comprendió fácilmente el título del artículo Ud. debe tener un máximo de 30 años o, como yo, tiene adolescentes en su entorno (hijos, sobrinos, ahijados, alumnos).  Y es que este tipo de economía del lenguaje es utilizada por los chamos para comunicarse a través de los mensajes de texto.

 

         Los muchachos de hoy en día han desarrollado una adicción al celular que es visible y molesta. La verdad, no les critico. Y no lo hago porque, aunque no soy adolescente y no suelo cortar las palabras en los mensajes de texto, sufro de la misma enfermedad.

 

         Confieso: Lo primero que reviso en la mañana al despertar y lo último que veo al dormir es el teléfono. Soy de las personas que camina metida en la pantalla del celular mientras escribo un mensaje. Mi adicción es tal que muero si no tengo saldo, siempre debo tener saldo para, debo confesarlo con mucha vergüenza, enviarles tonterías a mis amigos y alumnos.

 

         Soy de esas personas molestas que están en una reunión y no hablan con nadie porque se dedican a enviar mensajes de texto. Es decir que la nueva tecnología me comunica con el que está lejos y me incomunica con el vecino.

 

         Si Ud. alguna vez ha hablado con alguien y deja de verle la cara para mirar el celular porque este indicó que tiene mensaje, sepa que, al igual que yo, sufre de la misma adicción que los adolescentes. Si perdió el hilo de la conversación por enviar o leer un mensaje, estamos en el mismo barco.

 

         Soy de las personas que pueden salir a la calle y olvidar hasta las llaves de la casa, pero nunca el teléfono. Sin embargo mi adicción no me ha llevado a gastar inmensas sumas de dinero en el aparato en sí. No pertenezco a la élite de los BB, pero no sé si he gastado más en saldo que varias personas de esa élite. 

         En fin que soy de esas personas que viven en un universo paralelo en donde sólo importa su teléfono y el mensaje que están a punto de enviar o recibir. Ya no soy buena conversando cara a cara. Olvido todo a menos que no este anotado en la agenda del celular.  La carga de la batería siempre está full, siempre tengo a mano el cargador. ¿Apagarlo? NUNCA. Debe ser una emergencia muy grande o que no tenga señal (lo cual se me convierte en una tragedia griega) o que el lugar y la situación lo amerite, y aún así lo pienso y sufro todo el tiempo que esté apagado.

 

         Total que he decidido, a petición de mis amigas más cercanas, confesar públicamente mi adicción; ese, según ellas, es el primer paso para lograr la cura.   

 


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Velorio shower.

Posted by Emilis González Ordoñez on 4:44

Una de mis amigas a sus 35 años, y en descomunal descuido casi del tamaño de la catedral, salió embarazada nuevamente. 12 años tenía de haber dado a luz al que creía su último hijo. La noticia le cayó como un balde de agua. Me dijo que se sentía avergonzada y miserable. La compadecí porque eso de comenzar nuevamente un camino que se pensaba culminado no debe ser fácil; aún así no terminaba de comprender el porqué, una vez pasado el shock inicial, no se recuperaba y seguía adelante. Total que llorando no dejaría de estar embarazadísima.

A pesar de mi pragmático pensamiento, creí oportuno acompañarla para: levantarle el ánimo, recordarle que todo en la vida se supera y decirle que un hijo siempre es una bendición. Pero mi solidaridad se vio abrumada cuando, a la inmensa tristeza de mi amiga, se unió la de la gente que se le acercaba. No trataban de darle ánimo ni siquiera la consolaban sino que le daban el pésame. "Acompañándote chama", "tú puedes", "fuerza", "todo pasa", "resignación". Yo me decía: ¡Perrrrooo, estaba equivocada y no va a nacer un niño sino que se va a morir alguien! Aquello era un velorio shower.

El colmo de todo fue cuando alguien se acercó sólo para decirle: Tranquila que con la edad y la experiencia que tienes serás muy bien la abuela del bebe. Nunca en mi vida había tenido tantas ganas de espescuezar a una impertinentis venenosum. ¿Cómo que la abuela? ¿Abuela con 35 años? ¡Madona parió cuando tenía 46! Claro, como mi pobre amiga no es Madona, es una muchacha buena, dulce y triste, se tragó el insulto y se sintió más vieja, más triste y más sola.

Yo no la comprendí, así como no comprendo que mis amigas de veinte y tantos dejen que las impertinentis les digan: ¿Y cuándo te casas? A ese ritmo no serás madre sino abuela. Si ella y su esposo pueden tener el bebe cómodamente, si están contentos, pues aunque no sea planificado todo hijo debe ser querido, por qué permitió aquello. Y además quién o qué le da derecho a un particular, que no la ayudará ni a cambiar un pañal, de venir a decirle abuela ni a ella ni a ninguna mujer mayor de 25.

Yo reflexioné mucho sobre qué haría si estuviese en sus zapatos y decidí escribir este artículo para decirle a todos mis amigos, vecinos, compañeros de trabajo y conocidos que (aunque no estoy planificando familia): Exijo mi derecho a hacer con mi vida y mi cuerpo lo que quiera y de parir, si se me antoja, a los 36, los 40 o los 50 y que nadie venga a decirme vieja porque me lo como vivo. He dicho.


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