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!PLANCHA, PLANCHA, PLANCHA¡

Posted by Emilis González Ordoñez on 8:45

En reiteradas ocasiones he dicho que no soy feminista sino que creo en un mundo donde todo sea igualitario; pero la gente no me cree. Reafirmo lo que he dicho hasta ahora, creo en la utopía de un mundo igualitario; creo en la máxima filosófica de la cultura occidental que dice: lo que es bueno pal pavo es bueno pa la pava.


                   Comprendo que es difícil, complicado, pero es lo que quiero: Justicia. Comprendo que ese término, justicia, depende del que lo interprete. Es decir, que cada quien acomoda el saco según le convenga o le acomode. Y esto lo reafirmé en una conversación con una compañera de trabajo quien me decía: "Tú, y todas las que como tu le envenenan la mente a las mujeres con la igualdad, deberían desaparecer de la faz de la tierra. Lo que pregonan es imposible de conseguir y sobre todo no es sano"


               Rauda y veloz esgrimí mi discurso feminista de la izquierda, mi derecho a las reivindicaciones sociales de las damas y mi necesidad de una sociedad justa, equitativa e igualitaria, pero la mujer me atajó con un tajante: "Eso es embusteeeee. No intentes confundirme con un discurso barato que no sirve para nada." Yo intenté responderle cuando agregó:

              "Yo sé muy bien de lo que hablo porque era como tú. Medio pistola y creyendo en pajaritos preñaos. Me casé pensando que la igualdad era tanto posible como necesaria. Así que pelee por mi libertad, mi derecho y mi individualidad. Nací en Latinoamérica y acá culturalmente eso no es posible, pero decidí pelear contracorriente. En fin chica que al comprender que eso no se podía conseguir en pareja lo dejé. Y fui plena, feliz, individuo, posmoderna, feminista, lo máximo pues, lo máximo.


                      Ahora puedo salir con la falda más cortita del mundo y nadie dice, como si yo fuese un objeto de su propiedad: ¿Pa donde vas tú? ¿Cómo va a andar mi mujer vestida pa que me la vean?


             Puedo llegar tarde a la casa y nadie me envía un mensajito de texto preguntando: ¿Mija y a qué hora se come en esta casa? ¿Tú abandonaste tu marido? Cuidado y te lo expropian.


              Si quiero puedo perderme de rumba el fin de semana sin pensar en que tengo que cocinar, lavar y planchar. Sin nadie que moleste, fastidie, que sea dependiente y me explote como si yo fuese su muchacha de servicio. Sin nadie que diga: mi amor y yo me quiero poner es esta camisa (se antojaba de la única que no estaba planchada). Plánchala o consigo a una que contentica me las plancha todas."


               Yo, que no comprendía su queja, le dije: pero bueno, lograste todo lo que querías. La liberación, la igualdad, la individualidad absoluta. ¿Cuál es la queja, pues?


                ¿Cómo que cuál es la queja? Que ahora me aburro y mi vida es un fastidio. Que extraño al tipo, que los fines de semana no puedo vivir pensando que no tengo a nadie a quien plancharle la camisa. Que extraño mi esclavitud, pero con mi gordo. Que me engañaron todas las feministas de la tierra, eso chica, eso. Extraño mi plancha, mi cocina, mi esclavitud. Esa, era la felicidad y no lo supe nunca…. Sólo pude decir: tú palabra por delante.


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